Toque terapéutico y reiki

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Los practicantes del toque terapéutico afirman poder sanar aproximando sus manos al paciente

¿Qué es ?

El toque terapéutico es una pseudoterapia que afirma ser capaz de sanar enfermedades aproximando las manos sin necesidad de tocar al paciente —en esto se diferencia del reiki—. Sus terapeutas afirman ser capaces de detectar la energía vital del paciente y de manipularla para alcanzar la sanación. En la variante del reiki esa energía se denominaría qi y estaría relacionada con la mitología oriental. Tal cual hacen otras terapias alternativas parecidas, estas se apoyan en la existencia de una energía vital que sería modificada por el terapeuta estimulando la recuperación del paciente. Entre las enfermedades que dicen poder tratar se encuentra el cáncer.

¿Quién la inventó?

Si bien es cierto que hay muchas prácticas parecidas y es difícil trazar todas las relaciones existentes con otras pseudoterapias, la concepción actual del toque terapéutico fue inventada en los años 70 por Dora Kunz, una promotora de la religión teosófica, y Dolores Krieger, una enfermera. Cuando Kunz y Krieger explicaron en qué consistía su terapia ganaron algunos adeptos entre practicantes de la enfermería. Estas personas tomaron sus conceptos de otras terapias parecidas como el reiki, que también afirma la existencia de canales energéticos. Básicamente el toque terapéutico es una variante del reiki pero occidentalizado, y el reiki a su vez es una práctica asentada en la mitología oriental que también fue occidentalizada por Chūjirō Hayashi (oficial de la marina japonesa) a principios del siglo XX. Ahora bien, ¿qué dicen las evidencias?, ¿hay alguna base donde sustentar todas estas afirmaciones?

¿Funciona realmente?

En primer lugar habría que remarcar una cuestión importante: no existe ninguna prueba para el mecanismo de acción propuesto por estas terapias alternativas. Es decir, no hay evidencias sobre la existencia de una energía vital modificable capaz de influir en el estado de salud, y esta afirmación está en contra de todo el conocimiento acumulado sobre el tratamiento de enfermedades. No obstante si admitiéramos que esa energía puede existir y que los practicantes de estas terapias la saben detectar sería fácil demostrar si son capaces o no. Ese estudio se ha realizado en numerosas ocasiones y se ha visto que ningún practicante del toque terapéutico o el reiki ha sido capaz de detectar dicha energía vital. El estudio más sonado fue el publicado en 1998 por la Journal of the American Medical Association (JAMA), donde se vio que si a los practicantes de este tipo de terapias se les privaba del contacto visual eran incapaces de detectar si tenían su mano cerca de una persona [1]. Esto es de vital importancia porque estos terapeutas afirman ser capaces de detectar esa energía y modificarla, así que si no son capaces de lo primero, ¿cómo van a hacer lo segundo?

Pero, ¿qué hay de los estudios clínicos? También son claros y afirman de manera rotunda que el toque terapéutico no tiene ningún efecto sobre la salud del individuo [2]. Por otro lado el catedrático Edzard Ernst publicó una revisión sistemática sobre todas las terapias basadas en la sanación energética y se comprobó que los estudios cuyos resultados son positivos han incurrido en trampas metodológicas o serios problemas experimentales, y por lo tanto estas terapias no tienen ninguna evidencia a su favor [3]. Otros estudios similares han sido realizados bajo las mismas conclusiones: el reiki y las terapias similares no son efectivas para tratar ninguna enfermedad [4], [5].

Conclusión

La conclusión en este caso es bastante clara: toda la evidencia indica que el toque terapéutico, el reiki y las terapias similares, no son válidas para tratar ninguna enfermedad y al mismo tiempo los experimentos demuestran que sus terapeutas no pueden detectar —y mucho menos modificar— la energía vital que proponen como base de la sanación. Por otro lado esta práctica conlleva un riesgo importante porque va especialmente dirigida a enfermedades graves como el cáncer. Esto produce que, por el tipo de enfermos a los que se dirige, el riesgo de abandono de terapia sea especialmente peligroso.

Texto escrito por Fernando Cervera Rodríguez, licenciado en Ciencias Biológicas y máster en Aproximaciones moleculares en ciencias de la salud.

Referencias

[1] http://jama.jamanetwork.com/article.aspx?articleid=187390

[2] http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/14583953

[3] http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/12778776

[4] http://onlinelibrary.wiley.com/

[5] http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/21531671

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