Un estado hipnótico es un estado de extrema sugestionabilidad debido al contexto establecido por la tradición y potenciada por la actitud del hipnotista.
¿Qué es?
Definir la hipnosis es complejo, dado que se trata de una palabra polisémica (1). En primer lugar, denota un campo científico que estudia la sugestionabilidad de las personas. En segundo lugar, denota una práctica basada en generar un contexto de extrema sugestionabilidad en el que ciertas personas entran en un «estado hipnótico», que no es otra cosa que un estado de obediencia en la que se establece un juego de rol del que la persona hipnotizada es más o menos consciente. Y, por último, y ya bajo la forma de hipnoterapia, denota el uso de esta técnica en contextos sanitarios a fin de tratar determinados trastornos mentales.
Pese a que la naturaleza de los estados hipnóticos han sido definida de muchas maneras, como «trance», como «histeria inducida», como «sueño nervioso», o «sueño parcial», hoy en día hay consenso basado en evidencia sólida de que se trata de un estado de alta sugestionabilidad propiciada voluntariamente por la persona hipnotizada (2). Esta idea ha sido vista desde varios puntos de vista, aunque todas convergen en la manipulación del hipnotista y la voluntad de ser manipulado por parte del hipnotizado. Un estado hipnótico no supone un trance, ni una pérdida de voluntad, ni un estado alterado de consciencia, sino un estado de extrema sugestionabilidad debido al contexto establecido por la tradición y potenciada por la actitud del hipnotista. En este sentido, sólo funciona si la persona hipnotizada quiere ser hipnotizada y asumir su papel en el juego de rol propuesto, algo que puede hacer, eventualmente, sin darse cuenta. Por ello, sólo una porción de la población puede ser hipnotizada, algo estrechamente relacionado con su creencia en la hipnosis y su voluntad de participar.
¿Quién la creó?
La hipnosis no fue creada por alguien en particular (3), sino el resultado de una amplia tradición que en nuestro contexto se retrotrae a Franz Mesmer (4), quien fue desacreditado por el estado francés en numerosas ocasiones debido a sus pseudoterapias basada en el «magnetismo animal», llevadas a cabo durante sesiones altamente sugestivas que se asemejan mucho a lo que hoy en día entendemos por hipnosis. Pese a la sentencia negativa que recibieron sus práctica, el mesmerismo no fue erradicado, sino que pasó, ya bajo la forma de hipnosis, por las teorizaciones de James Braid. El uso clínico de la hipnosis se asentó con Jean-Martin Charcot, quien sostenía una visión súmamente pseudocientífica de la misma —como una histeria inducida a histéricas latentes— en contraste con sus rivales de la Escuela de Nancy, que sostenían que era mera sugestión y acusaban a Charcot de manipular a sus pacientes, normalmente mujeres con diversos trastornos mentales. Charcot fue profundamente influyente en Freud, quien utilizó la hipnosis en los inicios del psicoanálisis como herramienta en las sesiones y como soporte teórico. Dada la enorme influencia que tuvo en Freud y el legado del psicoanálisis dentro de la pseudopsicología, no es exagerado afirmar que la hipnosis está en la base de prácticamente todas las ramas de pseudopsicología presentes en la actualidad.
¿Funciona realmente?
La hipnoterapia es especialmente ofertada en la actualidad para drogodependencias, fobias y depresiones, aunque hay casos en los que se oferta para todo tipo de trastornos. También se oferta dentro de contextos psicoanalíticos para recuperar recuerdos reprimidos, realizar regresiones a vidas pasadas e incluso llegó a ser empleada como herramienta jurídica en la obtención de testimonios fiables. Todos estos usos psicoanalíticos, sin embargo, están ampliamente refutados por la evidencia disponible (5). La hipnosis regresiva han sido un grave problema social y sanitario (6), dado que los recuerdos reprimidos son parte de la mitología pseudopsicológica (7) y hubieron muchos afectados por falsos recuerdos, generados en contextos de extrema sugestión hipnótica, y sonados casos de personas encarceladas por testimonios basados en estas falsas memorias o en la mera sumisión a la voluntad del hipnotista. También se han dado casos de auténticas epidemias de falsos recuerdos propiciados por la hipnosis, como es el caso de los falsos abusos rituales en la década de los 80′ en los Estados Unidos (8).
Respecto al uso de la hipnoterapia para trastornos reales, su uso es muy limitado y marginal dentro de la psicología. Sólo tenemos evidencia de que se trata de una terapia eficaz para el control de la ansiedad leve y para convivir con el dolor crónico (9), aunque en ninguno de los dos casos es de primera opción. Para casos de fobias no debe ser utilizada, ni tampoco para depresiones. Tampoco para drogodependencias, como es el caso, muy habitual, de su uso para dejar la adicción al tabaco (10). Su uso como coadyuvante —como contexto para realizar terapias realmente efectivas— mantiene un nivel de evidencia muy baja y contradictoria, además de un análisis coste-beneficio muy poco favorable. Las implicaciones éticas de la hipnosis tampoco son favorables, dado que implica explícitamente la manipulación del paciente y únicamente funciona para una tasa muy baja de ellos, en los casos en los que funciona. Algo importante que remarcar es el título o habilitación de «hipnoterapeuta» no pertenece a la lista de títulos o habilitación oficiales reconocidos por la ANECA o por el ministerio de sanidad.
Conclusión
La hipnosis como campo de la psicología —como el estudio de la sugestionabilidad— es un campo de estudio válido. Como ejercicio es un juego de rol más o menos consciente. Y como terapia sólo disponemos de evidencia para su uso en el control de estados de ansiedad leve y convivir con el dolor crónico. Para todo lo demás supone una pseudoterapia.
Texto realizado por Angelo Fasce, filósofo de la ciencia, máster en Neurociencia Básicas y Aplicadas y doctorando dentro del área de los criterios de demarcación científica.
1) http://www.tandfonline.com/doi/pdf/10.1080/00207144.2014.961870
2) Steven Jay Lynn, Irving Kirsch, Josh Knox, Oliver Fassler & Scott O. Lilienfeld (2007). Hypnosis and Neuroscience: Implications for the Altered State Debate. In Graham A. Jamieson (ed.), Hypnosis and Conscious States: The Cognitive Neuroscience Perspective. Oxford University Press 145-165.
3) Gauld A (1992) A history of hypnotism. New York: Cambridge University Press.
4) Darnton R (1968) Mesmerism and the End of the Enlightenment in France. Cambridge: Harvard University Press.
5) Lilienfeld S, Lynn S, Lohr J (eds) (2003) Science and Pseudoscience in Clinical Psychology. New York: The Guilford Press.
6) Lynn S, Lock T, Loftus E, Krackow E, Lilienfeld S (2003) The Remembrance of Things Past:
Problematic Memory Recovery Techniques in Psychotherapy. In Lilienfeld S, Lynn S, Lohr J (eds)
Science and pseudoscience in clinical psychology. New York: The Guilford Press.
7) Loftus E, Ketcham K (1994) The Myth of Repressed Memory. New York: St. Martin’s Press.
8) Shermer M (1997) Why people bielieve in weird things. New York: Henry Holt and Company.