Dieta alcalina

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La dieta alcalina propone que el pH de los alimentos afecta al individuo y a la cura de patologías como el cáncer

¿Las enfermedades son reversibles con la alimentación?

¿Qué son las dietas alcalinas?

Probablemente alguna vez hayas llegado a páginas webs o artículos que exponen que ciertas enfermedades —muchas de ellas graves— son reversibles simplemente llevando una alimentación determinada: una de estas teorías son las llamadas dietas alcalinas. ¿Qué dicen y qué tienen de cierto?

Las dietas alcalinas defienden que los alimentos ingeridos pueden alterar la acidez o alcalinidad de nuestro organismo (nuestro pH), influyendo en nuestra salud.  Según estas dietas, los alimentos se clasifican en acidificantes o alcalinizantes en función de los “residuos” que dejan al metabolizarse.

  • Ácidos, aquellos cuyos residuos tendrían un pH entre 0 y 7, y en cuyo grupo las dietas alcalinas clasifican alimentos proteicos y lácteos.
  • Neutros, cuyos residuos metabólicos serían de un pH cercano a 7, en donde se incluyen pastas, cereales o huevos.
  • Básicos o alcalinizantes, que dejan residuos con pH entre 7 y 14, donde se suelen incluir frutas y verduras (incluso algunas de carácter ácido como limones, limas o tomates)

Estos residuos influirían en nuestro pH, especialmente en el de nuestra sangre, y tendrían un impacto directo en nuestra salud, bajo la creencia de que las células sanas crecen y viven en entornos alcalinos.  Las dietas alcalinas recomiendan una ingesta de un 80% de alimentos alcalinizantes frente a un 20% de nutrientes ácidos para recuperar la salud en patologías tan diversas como osteoporosis, cáncer, enfermedad cardíaca o diabetes.

¿Un cuerpo sano es un cuerpo “alcalino”?

No hay ninguna evidencia de que esto sea cierto, sino más bien todo lo contrario: que la “alcalinidad” corresponda a “salud” es una generalidad que no es real, ya que el pH varía mucho de un órgano a otro en nuestro cuerpo.

La regulación estricta del pH es necesaria para que cada órgano realice adecuadamente sus funciones. Por ejemplo, el pH en nuestro estómago es muy ácido para posibilitar la degradación de las proteínas y eliminar patógenos; el del intestino es más básico para facilitar la acción de las enzimas digestivas; el de la mucosa intestinal, donde se absorben los nutrientes, es alcalino. La sangre tiene un pH ligeramente alcalino también, lo que permite el transporte de oxígeno y dióxido de carbono en ella; la piel requiere un pH ácido para ejercer adecuadamente de método de barrera, etc.

No hay un nivel estándar de pH en nuestro cuerpo, y que tengamos estos ambientes más ácidos o más alcalinos no causa ni predispone a ninguna enfermedad; simplemente asegura que funciones básicas e imprescindibles se desarrollan con normalidad.

¿Se puede cambiar el pH del organismo con la alimentación?

Una de las premisas de la dieta alcalina es que hay que controlar el pH ligeramente alcalino (entre 7.35-7.45) de nuestra sangre, ya que si ésta se acidifica propicia un ambiente “tóxico”  para nuestro cuerpo.  La dieta alcalina postula también que, si esto ocurre, nuestra sangre capta calcio de los huesos para equilibrar su pH, generando así la osteoporosis.

Los numerosos estudios llevados a cabo han demostrado que no existe relación alguna entre la dieta, la acidez de la sangre y la osteoporosis (1, 2): el pH de nuestro organismo se regula por múltiples mecanismos que controlan lo que llamamos el “equilibrio ácido-base” de nuestro cuerpo, pero la alimentación no es uno de ellos. De hecho, la regulación del pH de la sangre se debe principalmente a la filtración de ésta en los riñones, que controla el volumen de líquido y de la concentración de iones, y a la respiración, responsable de expulsar el ácido carbónico (o dióxido de carbono) procedente del metabolismo celular.

Sólo en casos muy extremos, como consecuencia de ciertas enfermedades, el pH sanguíneo puede verse alterado. Estas situaciones, de acidosis o alcalosis metabólica, son extremadamente peligrosas y tienen gravísimas consecuencias, a nivel respiratorio y nervioso, si no se corrigen rápidamente.

Muchas dietas alcalinas proponen como indicador del “grado de alcalinidad” la medida del pH de nuestra orina.  Sí que es cierto que la dieta es uno de los factores que pueden influir en la acidez de la orina (3), aunque sin ninguna consecuencia para nuestra salud. De hecho, la orina es el producto de la filtración en los riñones y una forma de expulsar “deshechos” de nuestro cuerpo; que su pH se altere levemente no se debe a que estemos modificando la acidez o alcalinidad de nuestro organismo, sino que confirma el buen funcionamiento y preciso control del equilibrio ácido-base por nuestros riñones.

La dieta alcalina y la cura del cáncer

Otra creencias muy difundida es que la dieta alcalina puede curar el cáncer.  El argumento empleado es que las células cancerígenas crecen en ambientes ácidos, así que revertir la “acidez” de estos ambientes con la alimentación ayudaría a curar la enfermedad.

Sin embargo, numerosos estudios han demostrado que las células cancerígenas proliferan igualmente en ambientes alcalinos (4), —de hecho la mayoría de tejidos de nuestro organismo lo son, con un pH cercano a 7.4—, y que no existe ningún tipo de vinculación entre dieta ácida y cáncer (5).

Lo que sí sucede es que las células cancerígenas tienen en ocasiones un metabolismo diferente que produce un ambiente un poco más ácido. Es el llamado efecto Warburg (en honor al premio Nobel de Medicina Otto Warburg), un cambio en las vías metabólicas empleadas para obtener energía en condiciones de baja oxigenación, que suele ser el ambiente tumoral.  No obstante, cuando las dietas alcalinas ponen como ejemplo de acidosis metabólica el efecto Warburg, se olvidan de mencionar dos cosas: que esta acidosis es una consecuencia y no una causa del cáncer, y que no es exclusivo de las células tumorales. Células de nuestro sistema inmune como macrófagos, neutrófilos o linfocitos tienen también esta capacidad metabólica sin que por ello sean células tumorales o minímamente peligrosas (6).

¿De dónde viene el mito?

La primera idea de dietas alcalinas surgió en los años veinte, impulsada por William Howard Hay (la dieta Hay), quien propuso la separación de los alimentos en ácidos, básicos o neutros, priorizando la ingestión de los llamados “básicos”. Howard escribió varios libros defendiendo su hipótesis y fundó un centro de medicina alternativa al respecto; posteriormente surgieron más defensores de estas dietas, aunque la comprensión y el estudio de la fisiología moderna en paralelo acallaron algo estas teorías.

No obstante, las dietas alcalinas se han vuelto a popularizar hace unos años, a raíz de que un emprendedor americano, Robert O Young, escribiera una serie de libros de gran éxito (“El milagro del pH”, 2002) que se convirtieron rápidamente en best-sellers.  Young fundó también su centro de medicina alternativa, el “Centro del Milagro del pH”, en California, donde aconsejaba a sus pacientes sobre dieta alcalina y salud.  Precisamente fue la muerte de una de sus pacientes, Kim Tinkham, enferma de cáncer de pecho y conocida por una entrevista televisiva donde relataba que había abandonado la medicina para sanarse con la nutrición y terapias alternativas, lo que desencadenó que Young y su dieta comenzaran a ser puestos en duda por la opinión pública (7). Actualmente Young está demandado por práctica ilegal de la medicina y por lucro.

Lamentablemente internet, las redes sociales, famosas personalidades y medios de comunicación nada rigurosos siguen dando popularidad (y justificando negocios) de estas dietas, sin que hayan sido capaces de demostrar evidencia alguna de sus capacidades sanatorias.

Texto escrito por María Almena, doctora en bioquímica e investigadora del Instituto Pasteur de París

Referencias

(1) http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1359/jbmr.090515/full

(2) http://journals.cambridge.org/action/displayAbstract?aid=9016507

(3) http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/7797810

(4) http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/8605731

(5) http://www.nutritionandmetabolism.com/content/9/1/72

(6) http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23601682

(7) https://www.youtube.com/watch?v=7uf-5yuRiPs

(7) http://articlesofhealth.blogspot.com.es/2009/09/kim-tinkham-reverses-her-breast-cancer.html

 

 

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